Por: Cristopher Béjar Villalobos, estudiante de Periodismo de la Universidad Católica del Norte.
Han sido pocas las veces que he ido a una sala de cine con mucha gente, generalmente he ido cuando casi nadie va, o he ido, aún, pocas veces. Puesto que siempre voy a puestas que casi nadie conoce o que la otra gran parte no se entera, sin embargo, esta es la excepción. Me declaro un melómano, así que estoy emocionado por ir a escuchar música como tal a una sala de cine, con todas las ventajas de sonido que estas poseen.
Estos dos documentales a los cuales me referiré ahora fueron proyectados en las salas de cine ubicadas en los espacios de Ruinas de Huanchaca, como parte del festival de Cine «Antofacine» (Antofadocs llamado anteriormente) dentro del género de Documental Músico – Biográfico.
El primer documental sobre Lucybell, banda icónica chilena con más de 30 años de trayectoria, que, sin embargo, conocía muy poco, pues solo la había escuchado de forma aleatoria en mi departamento en Perú, sin embargo, Lucybell es un nombre que siempre se queda gravitante en la cabeza, más aún si tienes una ex – novia a la que llamabas “Lucifer”. Se apagan las luces de la sala, empiezan los primeros acoples y distorsiones de una guitarra en una melodía que te eleva, compases de batería, tienta a punk, pero es el sonido malsano del rock de los 90’s. Un compás que te atrapa y te lleva a la primera estrofa con una voz trémula y de agobio que se ensalza en una historia de sexo. Así empezó el documental <<Cuando respiro en tu boca>>. La mesa de la sala de control como primer plano, empiezan a accionar los preamplificadores de la misma. Empiezan a sonar las estrofas de:
Cuando respiro en tu boca
Y penetra tu ojo en mi ojo
Cuando respiro en tu boca
Me escondes como sangre a la herida…
Me pongo de pie y perdono
Al daño que a mi oí¬do destrozó
Que sea cierto que odio el silencio
Siendo interrumpidos ipso facto por el personaje argentino hinchapelotas que lo único que hace es dar órdenes a la banda que está grabando. Da la orden de empezar, da la orden de parar y de repetir todo, y eso es lo que hace, dirigir hinchando las pelotas de todo el mundo ahí presente, bueno, ese argentinito es Mario Breuer, un capo como productor musical, pues, se encuentra ahí dirigiendo a una banda solo conocida en Chile y que, recién graba su primer álbum, esto, porque unos empresarios (totalmente ajenos a la música y a la industria musical) proyectaron esta banda con un gran futuro, por ello, financiaron la grabación de su primer álbum en estudio y con un gran productor musical, eso sí, solo tenían 8 días para lograrlo, Lucybell hasta aquella fecha (1995) tenía más de 30 canciones en su repertorio, pero debió escoger 10 para el disco, el cual llevaría de título “Peces”, disco con el cual se catapultarían hacia la cumbre del rock en español en Sudamérica. Ahora bien, en este documental se demuestra que grabar un disco no es nada fácil, mucho menos si tienes un gran productor musical sabelotodo al cual no puedes porfiar. Tú te callas y sigues tocando y no la cagas.
El segundo documental (siendo totalmente parcial) lo disfruté más, creo que cualquiera que aprecie un poco el rock y el blues hubiera optado por tal preferencia. Estamos hablando de “Life in 12 Bars”. Documental que retrata la vida de Erick Clapton, ídolo, genio musical, artista, estrella, luz, dios, dios pagano y guitarrista prodigio y versátil de los años 60, 70, 80 y 90’s. Como seguidor de Clapton debo recalcar el gran trabajo de investigación y colaboración que se llevó a cabo.
Se apagan las luces y nada más empezar, ya sientes un ramalazo de emoción, escuchar ese bajo, el dulce coro que emerge entre el sonido y:
Bomp, bomp, bomp, bomp, bomp
I feel free
Feel when I dance with you
We move like the sea
You, you’re all I want to know
I feel free
I feel free
I feel free
I can walk down the street, there’s no one there
Though the pavements are one huge crowd
I can drive down the road; my eyes don’t see
Though my mind wants to cry out loud
I feel free en todos los altavoces sonando, se meten en tu oído y generan una suerte de mantra que vas repitiendo sin darte cuenta “bamp, bamp, bamp…” y ya todos sabemos que sigue. Todo este documental va acompañado, casi como sujeto narrativo de la benditamente endiablada guitarra de Clapton, nos lleva de la mano por todas sus facetas, recuerdos, anécdotas y datos; nos lleva a propósito y nos sumerge más en la melancolía del blues. En lo personal padecí algo parecido a un orgasmo cuando vi una fotografía de Erick y Jimmy Hendrix abrazados y probablemente ebrios.
Sus inicios con The Yardbirds y su percepción temprana de la esencia antológica del blues, de nuevo vuelve a sonar:
Tinker, tailor, soldier, sailor,
Rich man, poor man, beggar man, thief,
Doctor, baker, fine shoe-maker,
Wise man, madman, taxman, please,
How can I know just what to be?
Please stop and give advice to me.
Tell me,
Tell me…
“Tinker, Tailor, Soldier, Sailor”, uno de sus primeros clásicos como guitarrista, marcando un estilo que pocos estarían de acuerdo, puesto que el Blues era principalmente por negros, gente que sufrió y demás, sin embargo, mucho después, el mismo BB. King lo admiraría y lo haría su íntimo amigo.
Su evolución en bandas como “Bluesbreakers, The Cream, Blind Faith, Derek & the Dominos” y todos los éxitos que marcaron esta, inéditas grabaciones con The Cream, quedan como un archivo invaluable, las prácticas experimentales con la guitarra y nuevas técnicas que adoptaría para futuros proyectos. Todo esto lo llevó a tener como amigo al mismo George Harrison, y posteriormente grabaría con The Beatles en una inédita sesión “The White Album” colaborando con su excepcional guitarra a petición del mismo Harrison. Esto llevaría a que ambos músicos lleven su amistad a un nivel más íntimo, Erick se volvió muy amigo también de “Pattie Boyd”, pareja del beatle, una amistad malsana con el paso de los años, puesto que Erick pasó de ser su amigo a ser su amante, posterior a esto compondría una de sus mayores éxitos y una de sus mejores canciones “Layla” ¸ genial canción y explícita declaratoria para ella y ante todos, siendo ella aún pareja del célebre Harrison. Con esto se daría el fin a su relación y ella empezaría a andar “formalmente” con Clapton, relación que estuvo marcada por las adicciones de Clapton con el éxtasis, el LSD y las metanfetaminas. Esto parte de su búsqueda (experimental) de los sonidos y sensaciones nuevas. Esto desembocó en el divorcio de la pareja después de 10 años de relación.
También el documental toca la parte más sensible quizás, la muerte de su hijo mayor Connor. Transcurrían los años 80, Eric Clapton conoció a la modelo Lori del Santo, con la que mantuvo una relación fruto de la cual tuvieron su primer hijo. A pesar de que el guitarrista pasaba por un momento turbulento de su vida, acabando de salir de rehabilitación, su primer hijo, “Conor Clapton”, nació en 1986. Sin embargo, la pareja se separó cuando tenía tres años. Pero un tiempo después, la madre y el niño viajaron a Nueva York invitados por el mismo Clapton. Es ahí donde ocurrió la tragedia, mientras Conor jugaba no se dio cuenta de que había una ventana abierta, y se precipitó desde el piso 53 del edificio, muriendo instantáneamente. Simplemente no fue sencillo lidiar con semejante tragedia y, aunque el guitarrista y cantante tenía decidido tomarse un largo descanso de la música, optó por convertirse en su último refugio. De este proceso de duelo surgió una de sus más memorables canciones, «Tears in Heaven”.
Luego de terminar loco con mis emociones, sentimientos y sentidos. Me levanté de la butaca, salí de la sala con ganas inmensas de caminar por las calles ajenas y frívolas del centro de Antofagasta. Queda un poco lejos de las Ruinas, sin embargo, ese era el propósito, caminar todos los kilómetros posibles con los auriculares puestos escuchando de nuevo todas las canciones (mucho más de Clapton que de Lucybell) con la sensación de vivir sumergido en esa suerte psicodélica de guitarras, baterías, bajos y, sobre todo, sintetizadores.
Por: Cristopher Béjar Villalobos.