Por: Nicolás Olivares, estudiante de Periodismo de la Universidad Católica del Norte.
Megalomanía. Esa es la palabra que estaba buscando para describir cómo se sintió este joven estudiante (o sea yo), a la hora de recibir su primera credencial de acreditación de prensa. La megalomanía es una condición inadecuada y peligrosa, pero esta vez fue síntoma de una profunda gratitud, ya que una credencial para cubrir un evento cultural de esta índole, es una gran oportunidad para involucrarse a otros niveles con el festival, con su ambiente, y con lo que tiene que entregar al espectador.
Con mis amigos bromeábamos acerca de los “poderes” que nos entregaba la acreditación. Desde pausar la película si queríamos ir al baño en medio de la función, agredir a otros espectadores con el fin de adelantarnos en la fila de las bebidas, e incluso caminar por los pasos de cebra mientras el semáforo estaba en rojo en las calles aledañas al cine. Siendo sincero jamás nadie me preguntó, señaló, o se refirió a la credencial en las dos actividades a las que asistí. Pero ahí estaba, aquel bling-bling de plástico rectangular me pertenecía, y le recordaba a los demás (o como fue en verdad, solo a mí mismo) que yo estaba cubriendo el festival.
Es muy importante ver productos audiovisuales de la tierra donde vivimos. Pues, siendo así, yo hice todo lo contrario. La primera película que vi es argentina, y la segunda, fue filmada en España por realizadores peruanos. La obra en la que haré hincapié es en la primera, “Rojo”, dirigida por Benjamín Naishtat, joven director de 32 años, y protagonizada por Darío Grandinetti y un gran conocido, el querido actor chileno Alfredo Castro.
El filme es un drama con tintes de suspenso, a mí muchas veces me cuesta “comprarme” a los personajes en un drama, creerles el cuento, pero las actuaciones y los personajes están interpretados de manera magistral. Sobre todo de parte de los personajes principales, pero es algo que puedes esperar de un actor emblemático en nuestro país como Castro, y de un ganador de un Premio Emmy Internacional como Grandinetti.
Una apreciación que puedo hacer de la película es cómo sin que la trama estuviese directamente relacionada a la dictadura, se sentía en el ambiente una ansiedad y una incertidumbre colectiva. Ese elemento del suspenso es lo que me atrae del cine con temática de dictadura. Un régimen autoritario es una pesadilla, y debe de ser representado de esa forma. Después de la proyección hay una sesión de preguntas con el director, y le consulto a Naishtat acerca de la temática de la dictadura y como se trabaja en Argentina, y me responde que “De manera muy similar a Chile. Mucha gente critica al cine chileno por tocar mucho el tema de los ’70, pero mientras haya gente que naturalice el genocidio y la desaparición de personas, es necesario que exista”.
El director de la obra Benjamín Naishtat, nos pregunta si conocemos a Alfredo Castro, para comprobar que efectivamente se trataba de una cara más que reconocible, sino que fundamental en montajes teatrales y áreas dramáticas de nuestro país. Todos en la sala respondimos con un semblante y un tono casi de orgullo. Como si otro papá en un partido entre colegios nos preguntara a nosotros si fue nuestro hijo el que metió el golazo de volea al ángulo, ya que la actuación de Castro es probablemente la mejor de la película. “Yo lo vi hacer de Lazlo California en “Romané” y de Eulogio en “Pampa Ilusión” viejo, el tipo es un crack” –le diría a Benjamín- “Y gracias, porque le diste un gran papel, no te lo farreaste”.
Además de esta obra, asistí a la proyección de “Brujas”, un interesante mediometraje documental dirigido por la peruana Carmen Rojas Gamarra, y que trata acerca de la creciente participación femenina en la movida escena del hardcore punk en España. Y de esta experiencia puedo extraer la importancia de espacios como Antofacine. ¿En qué otro lugar puedo ver una película de cine argentino independiente, en un cine grande, y gratis? ¿Cuál será otra instancia donde pueda ver un documental que deja en evidencia que el punk sigue siendo la música de resistencia por excelencia, y como el feminismo ha encontrado en este género un valioso medio de expresión? En ninguna parte, esto es algo que no se ve todos los días.
Antofacine, anteriormente llamado Antofadocs está acercando el cine independiente a las masas, democratizándolo como todo arte debería serlo. Mucha gente percibe estos festivales de cine como espacios para la típica gente snob y alternativa que es relacionada a la actividad cultural, pero este debe ser el festival de cine más democrático y diverso que he cubierto. Obvio, ya que nunca antes alguien me había dado una acreditación.